miércoles, 7 de abril de 2010

Homenaje a Manolo



El primer lugar lo debe llevar Manolo Trevijano, español, sacerdote, maestro, docente, cientifico, hombre, sabio y testarudo. Lo llamo el de arriba para asesoramiento en cuestiones humanas y complejas que no se acaban de entender entre nosotros.

A el el primer recuerdo en este blog. Le robe a Teo una parte de un site suyo que cito a continuacion: http://www.cienciayfe.com.ar/manolo/quien.htm


Para conocerlo un poco más, veamos el principio de la carta que mandó ante la mejoría asombrosa que tuvo de su cáncer y que le permitió volver a la Argentina y seguir trabajando durante otro año de gracia del Señor
Carta circular a una serie de amigos, ya sean judíos o paganos, varones o mujeres, clérigos o laicos, con tal que esta temporada hayan sido buenos chicos y les agradezco, al mismo tiempo que les encomiendo en mis oraciones y "mementos", todas las oraciones y peticiones que hayan hecho a cualquiera de las tres Personas de la Santísima Trinidad, ya sea aisladas o en bloque, bien sea directamente o por medio de algún mediador, sabiendo que Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres y que todos los demás no son sino un camino hacia Él. También les agradezco a algunos de ellos lo que hicieron conmigo los últimos días o semanas de mi estadía en "mi Buenos Aires querido..."
Casi todos los destinatarios de esta epístola "casi católica" habitan en la ciudad de Buenos Aires o en su periferia, y conocen más o menos que el Manolo tiene un hermoso cáncer, e incluso puede que sepan que ese cáncer (palabra que en latín significa "cangrejo") está haciendo honor a su nombre y camina "marcha atrás" a gran velocidad.
Aunque sé perfectamente que no soy el ombligo del mundo y que frente a la multitud de todos los seres humanos que son hermanos míos, los que se preocupan por mí son una ínfima minoría, sin embargo son aquéllos con los que Dios me ha puesto en un contacto más o menos cercano, de muy distintos tipos que prefiero meter juntos en una misma bolsa, la de mis amigos, que yo desearía que fuese más grande. Y si no lo es, la culpa es mía por no haber querido más a mucha gente.
La historia inmediata de mi glorioso cáncer con todas sus derivaciones comenzó el 19-12-97 cuando viajando a España vía Nueva York, en esa ciudad, de la manera más tonta que se puede pensar, pero debido en parte a mi total agotamiento de fin de curso, me resbalé en la calle y me fracturé el hombro izquierdo. Una fractura pequeña, pero cargada de malas intenciones por el punto anatómico en que se produjo. (y sigue la carta)
Y cómo termina la carta, anticipando algo de lo que después finalmente ocurrió:
Espero que además de otros sitios esta carta pueda llegar para la Misa de fin de curso en el Juan XXIII. Los curas viejos, cuando yo era joven, decían en latín "oremus ad invicem" (recemos unos por otros). Creo que es evidente que quiero volver a Buenos Aires, pero por encima de eso está mi obediencia al oncólogo. Es muy posible que antes de Navidades nuevos análisis aclaren mi situación. En el mejor de los casos no llegaría ahí antes de marzo. Y en cualquier otro caso Dios nos muestra su voluntad por muchas cosas a las que hace pocos años los catequistas llamaban "los signos de los tiempos". Mientras tanto, pase lo que pase yo estoy dispuesto a seguir tomando la vida con todo el humor posible, convencido de que es verdad eso de "Sonríe, Dios te ama". Nos ama a todos, a mí y a mis amigos y mis enemigos... Y le pido a Dios que todos aquellos con quienes me pongo en contacto sean unos "amigos sonrientes".
Manolo